Salida del club al Lac y Pic de Lhurs.
Cronica de la excursión al Pico de Lhurs (Lescún-Francia)
11.09.2022
“No pasa nada”
Cuando a veces los lunes pregunto a mis alumn@s qué han hecho el fin de semana, casi
siempre obtengo la misma respuesta: “Nada”. Antes lo asociaba con mera pereza, desidia,
ninguna gana de esforzarse en hablar en alemán, la resaca del finde… ¿Cómo es posible no
hacer nada?, les preguntaba… ¡Algo habrás hecho! “Vivir”, me respondió una vez una alumna
aventajada. Y así es. Dormimos, comemos, bebemos, vemos la tele, hacemos deporte, leemos,
oímos música, quedamos con los amigos… Ell@s, alumna aventajada incluida, no comprenden
que el objeto de la pregunta no es un malsano interés por conocer su vida privada. Me da igual
lo que hagan o dejen de hacer los fines de semana, pero sé que en la repetición de las
estructuras, locuciones y lugares comunes está la clave de la automatización del habla, y es el
primer paso para hablar un idioma extranjero sin pensar. Cuantas más veces cuentes que
fuiste al cine, menos tiempo tardarás en contar que fuiste al cine. Te sale solo, así, sin más.
Hace tiempo que cambié la pregunta, especialmente en niveles altos. Ahora digo: “Quién ha
hecho algo especial este finde? Así la pregunta se entiende mejor. Los que han hecho algo
especial lo cuentan como tal; los que solamente han vivido, empiezan con un “pues yo no he
hecho nada especial… comí con la familia, quedé con los amigos, fuimos al cine, me fui a
correr…” Y cuentan su estereotipado fin de semana. Falta por definir “algo especial”. Cada cual
tiene su percepción de lo especial, coincidente por regla general con lo que se sale de lo
rutinario: un viaje, un festival, una boda. Alguna vez alguien relató: “Pues yo he hecho una
excursión por la montaña” (no citaré nombres ni lugares.) Bien, hay quien considera una
excursión montañera algo especial. Para muchos lectores quizá sea rutina, ¿verdad? Si además
el relato está rebozado de catástrofe, logra incluso captar la atención de su interlocutor. Un
ejemplo: Para asegurarme que se escuchan los unos a los otros tengo la costumbre de
intercambiar parejas (como en los bailes) después de la primera narración, de forma que en las
nuevas parejas hay que informar de lo escuchado en la pareja anterior, y así sucesivamente
hasta que todos tienen una idea aproximada de lo que han hecho todos los demás. Después
hay que votar cuál es la historia más interesante. ¿Sabéis qué historia sobre las vacaciones
pasadas ganó este año (hace un par de semanas)? Pues la de una chica que en unas fiestas del
pueblo encontró a un gatito infartado de susto por los fuegos artificiales, lo llevó a su casa, lo
cuidó…pero el pobrecillo no sobrevivió. La historia compitió con viajes por medio mundo, que
no resultaron tan atractivas. Había ganado la historia donde había pasado algo, algo especial.
Cuando me toca hacer crónicas sobre actividades a veces me pasa algo parecido. Lamento no
haber tenido ese día las vivencias de un Las Casas o Díaz del Castillo, … aquellos tenían cosas
que contar.
Aquí el relato de la excursión se puede reducir a una serie de datos. Número de participantes,
desnivel, distancia…
Si no pasa nada, nada hay que contar. Nada especial se entiende. Como así fue en la excursión
a Lhurs. Por descontado hubo buen humor y disfrute. Muy recomendable, por cierto, para
quien no conozca el paraje. Cómoda y bonita. Las vistas, de infarto (no el del gatito). Pero no
pasó nada. Bueno sí, hubo rebozo catastrófico. NO HUBO BOTA DE VINO. Ya he hecho alusión
al tema en alguna otra crónica, sobre si debería ser materia de junta directiva o no, y espero
que la actual tome en serio las sugerencias bienintencionadas del abajo firmante para que este
hecho lamentable no vuelva a ocurrir. Fallo garrafal de organización. Sí que hubo cerveza al
final y seguramente la víspera de la excursión, que también forma parte de la actividad, y
donde probablemente pasaron más cosas, de las que este cronista no puede dar fe, pues no es
ubicuo. Véase. Pernoctamos los 15 participantes hasta en cuatro localidades diferentes:
Villanúa, Canfranc, Candanchú y Lescún. Este hecho nos permitió adelantar la cita para
comenzar la excursión en media hora (8:30), y nos ventilamos los 1200 metros hasta el pico de
Lhurs ida y vuelta, no digo en un bolero, pero sí a un paso fluido y constante. A las 16;30
estábamos en los coches, lo que nos permitió cervecear en Lescún y llegar a Zaragoza antes de
las 21:00.
Los días en los que no pasa nada pasan por nuestra vida sin recibir la merecida atención.
Tendemos a olvidar que de lo único de lo que somos dueños es de nuestro presente. Ni el
pasado ni el futuro existen. Sí, un recuerdo bonito ayuda a superar momentos tristes y se
recomienda como un ejercicio para combatir la congoja, el estrés o la depresión. Yo lo empleo
como recurso a veces para combatir el insomnio. Lo mismo que depositar nuestra esperanza
en los proyectos de futuro y nuestro plan de vacaciones o de fin de semana. Pero siguen
siendo actos del presente, del aquí y ahora. ¡Qué pocas veces apreciamos la felicidad que
puede albergar un día anodino, rutinario, normal…! Un día en el que no pasa nada. ¡Y son
tantos!
Gracias por vuestra compañía ese día. Disfruté mucho entre caídas de imperios, los largos
silencios de algunos, y las discusiones sobre si caballos o personas del collado. Todo en un
entorno espectacular. Y sin bota de vino.