BARRANCOS EN EL MATARRAÑA
De nuevo tocaba salida barranquista del Club, esta vez tocaba volver a la comarca del Matarraña, para demostrar que Teruel existe y sus barrancos también.
Como bien se define al grupo: “Gastrobarranquistas”, el finde empieza el viernes con una cena de reencuentros.
Toca ir a dormir pronto (no para todos, el pacharán siempre gana) que el sábado toca madrugar.
El sábado nos ponemos en marcha hacía Beceite para empezar la aproximación, que bien podría ser una salida senderista (1h30 y 450 de desnivel). Una vez encontrada la cabecera del barranco, toca pelearse con el neopreno.
El barranco elegido ha sido Peña Galera, Raco de les olles.
Como los organizadores habían pedido unas lluvias la semana anterior, y una temperatura veraniega. Apetece meterse en las pozas de agua cristalina.
Un barranco de muchos rápeles, pero que se realizan muy fluidos, hasta llegar a la última vertical.
Pero la sección necesita anécdotas nuevas, así que no podían faltar cuerdas que no se pueden recuperar, cuerdas que no llegan…. Pero todo queda en anécdotas gracias a un gran equipo que sabe gestionarlo a la perfección.
Todo el grupo quedó asombrado con la gran vertical de un total de 80 metros (15+45+15+5), su mayor dificultad fue el eco, que distorsionaba el código secreto que utilizan los monitores entre sí.
Pero el retorno no iba a ser por sendero señalizado, faltaba una pequeña trepadita de nada, para llegar al mirador de Sant Antoni.
Al llegar al pueblo, un freetour con vistas al Matarraña.
Por la noche toca volver a la sección gastro. Una fideua de marisco, bañada con diferentes vinos, cervezas, licores.
Un queso de la freixneda para celebrar un cumple por adelantado (Felicidades Lalos).
Algún que otro rumor… que si una pareja por aquí, que si un embarazo por allá… el marujeo que no falte y el hilo musical que generaban los tranquilos niños que por allí había.
Domingo, otra vez a madrugar que nos toca disfrutar de una pista muy maja 🙂 Con 4x4 y buenos conductores llegamos a destino. Una señal de caza nos hizo pensar por un momento que nos quedábamos sin barranco, pero hablando se entiende la gente.
El barranco Boñiga, barranco corto pero entretenido, con un rápel impresionante.
Pudimos disfrutar de un rápel guiado, ya que Javi se sacrificó por el grupo, acompañado de algún chapuzón sorpresa. Llegamos de nuevo al coche y para rematar el finde, una comida cortando el tráfico rodado del pueblo. Después del café y varias rondas de postres, vuelta a Zaragoza con una sonrisa en la boca y varias moraduras por el cuerpo. Como siempre en esta sección, ¡finde perfecto!
