Barrancos en Guara – 16 Noviembre
Arrancamos el sábado con un par de bajas de última hora, rumbo a la Sierra de Guara para hacer el Barranco Fondo, conglomerado de sinuosas formas, con su aproximación casi inmediata enseguida estábamos montando el primer rapel volado para calentar motores. Un barranco continuo, sucesión de rápeles y destrepes, y que una vez en el Balcez fue llegar al Tranco de las Olas y coger el sendero de vuelta a los coches, un retorno que la temperatura de noviembre permitió hacer sin sudar la camiseta.
De los coches directos a Rodellar, donde nos esperaban tres apartamentos con vistas a las paredes del cañón del Mascún, donde se montó el correspondiente piscolabis postbarranco.
A la tarde hubo incluso clases de baile amenizadas por nuestro profe particular, donde quedó demostrado que el grupo se mueve mejor en los barrancos que en la pista de baile, eso sí las risas estaban aseguradas. Duchas, cenas y a dormir pronto como la gente de bien, mañana sol y buen tiempo.
El domingo nos dirigimos al parking del Cueva Cabrito, que también es el de nuestro objetivo, El Alborzeal. Barranco generalmente seco pero que como todos de la zona con más agua de lo habitual. El SAIH del Ebro marca un nivel de 0,49 m en el vecino Alcanadre, como dato a consultar, sin ser referencia directa pero si orientativo.
Entre rapel y rapel y algún desbroce llegamos al photocall del barranco, o lo que es lo mismo al último rapel desde marmita con reunión colgada a la derecha. El jefe bajo de primeras y se fue a inspeccionar el retorno por el cauce del Balcez, en este punto las malas lenguas comentan algo sobre la dislexia, “tu derecha no la mía”…., pero yo diría que fue fruto del subconsciente de alguna inconsciente que pedía más agua, y vaya si la hubo.
La cuestión es que el grupo se dividió, hubo unos que tomaron el camino del crecimiento personal, remontando el río Balcez, ardua tarea que, en los tramos más profundos, donde no se hace pie, se antojo cansada pero que los 4 valientes hicieron sin despeinarse hasta llegar al desvío para llegar a los coches. Los 9 restantes nos dejamos llevar por la corriente, algunos dicen que vieron pasar el meandro de la Expo entre tanto o que atisbaban el delta del Ebro a lo lejos. Y es que el recorrido de los Estrechos de Balcez se nos hico más largo que un día sin pan, aun así, los ánimos no decayeron. Finalmente llegamos al puente sobre el río Isuala, donde nos esperaban con los brazos abiertos el resto del grupo. Gran fin de semana de risas y trabajo en equipo!