Bisaurín 5/6 de Abril

Crónica de la excursión al Bisaurín - 5/6 de abril 2025

De modo que acércate rápidamente al escollo de Escila y haz pasar de largo la nave, pues es mejor perder a seis hombres que no a todos juntos”

(Homero: Odisea. Canto XII 109-111)

No se lo pusieron fácil, a Odiseo, cuando tuvo que decidir. A un lado del estrecho sorbía y escupía el agua el monstruo Caribdis varias veces al día. Podía intentarlo pero corría el riesgo de coincidir en el momento del trago del...aperitivo y ¡adiós!, todos al buche, barco incluído. O arrimarse al otro lado donde el monstruo Escila, de seis cabezas, se zamparía de tapas sí o sí a seis de sus compañeros de aventura. Tenía que elegir. Imagino que no pegaría ojo en toda la noche. ¿Se emborracharía? Los persas lo hacían. Se cogían un torzón del quince y tomaban una decisión. Luego se iban a dormir y si al día siguiente, en plena resaca, la decisión seguía siendo la misma que el día anterior la llevaban a cabo, si no… se lo volvían a pensar. Y es que en caliente uno toma decisiones más osadas. En frío se suele ser más conservador.

A nosotros nos pasó parecido: después de la cerve de acogida, el tintorro de la cena y el reglamentario patxarán aún estábamos decidiendo y de hecho habíamos decidido subir al Bisaurín por la ruta norte. “Bañana en el fesayuno domamos la decisssión fefinitiva (hic!)”. Y nos fuimos a dormir. Y es que descartado el corredor NW por el gran contingente humano que acudió a la excursión (22 personas) y la cantidad y calidad de la nieve según nos informaron en el refu, sólo nos quedaba la ruta normal sur o intentar la vía por la norte. Esta última es, a juicio del que suscribe, más bonita. Variada: primero a la Plana Mistresa, se gira luego al oeste y se sube a la pleta de Secús, la amplia canal norte hacia la collada Bastida o Bastés, la ladera final (W) hasta la antecima y el ancho lomo hasta la cumbre. La sur es bonita también sí pero, quizás un poco monótona. De modo que al día siguiente con el café...pues decidimos ir por la sur. Fuimos prudentes. Había llovido (nevado arriba) gran parte de la noche y todavía quedaban nubes bajas en las cumbres. Luego se demostró que habíamos tomado la decisión correcta. Desde arriba pudimos comprobar las enormes cornisas que balconaban hacia la ladera norte. Una pareja de montañeros que había subido antes e intentaron bajar por allí dieron media vuelta. Nos contaron que se hundían hasta las axilas. Pero todo eso no se sabía la tarde anterior. Conjeturas y más conjeturas. Los niños necesitan referentes y que les digan lo que tienen que hacer. Eso les proporciona seguridad y tranquilidad. Los adultos nos hemos olvidado de cuando éramos niños, pero en el fondo es lo mismo. ¿Quién no agradece a la hora de una decisión difícil que le digan que está obrando correctamente? ¿No nos proporciona tranquilidad y seguridad?

En fin, por lo demás tuvimos suerte con el día. Hubo más claros que nubes y la excursión discurrió con una buena media horaria. La nieve estaba tratable, con huella por delante y no peligrosa, aunque no nos privamos de un pequeño resbalón en la parte más inclinada, con pérdida de piolet y deslizamiento no de simulacro, que se resolvió con una intervención del compañero monitor remedando un vuelo a lo supermán (tachán tachaaan... tachán tatachaaan). O al menos así lo viví yo. Todo quedó en un pequeño susto y en un mini cursillo acelerado e intensivo de autodetención.

Un consejo: practicadla siempre la autodetención, siempre que salgáis al monte invernal. Hacia las 16:00 estábamos en Lizara. Nos sobró el último cuarto de hora, pues nos cayó una granizada extemporánea que nos hizo poner chubasquero y llegar chorreando al refu. Por cierto, de diez las responsables del refugio. Todo atención y amabilidad. Nos dejaron entrar adentro a secarnos y dejar las mochilas mojadas en el cuarto de cocina libre. Les embarramos todo el acceso, siendo sábado y esperando nueva clientela. “Ya lo fregaremos”, nos dijeron con una sonrisa. Nos dio tiempo para descansar, comer algo, cerve de despedida y para Zaragoza.

Odiseo perdió al final a seis de sus compañeros. Pudo jugársela pero no se arriesgó a perderlos a todos. Difícil decisión. Eligió el mal menor. ¿Quién podría reprochárselo?