Curso Alta Montaña

Crónica del curso de alta montaña – 8/9 de febrero 2025

Entre las aplicaciones de la palabra “Alondra” la RAE solo ofrece una, relativa al ave que describe como de 15 a 20 centímetros, color pardo y vientre blanco, muy abundante en la geografía española. No menciona el nudo bloqueante utilizado en escalada. Sí en cambio parece que se emplea como definitoria del tipo o carácter de determinadas personas: dícese de alguien mañanero, de temprano madrugar y que se acuesta al atardecer. En fin, algo hay que no me cuadra, pero no hablaré desde el desconocimiento.

La alta montaña (la montaña en general) se asocia, dicho sea de paso, con madrugueo. Eso es cierto. La diosa de la mañana griega se llamaba Eos. Era la Aurora, la aurora de rosados dedos que anunciaba un nuevo día. En la épica homérica aparece al comienzo de un buen número de versos: “No bien hubo aparecido Aurora, la hija de la mañana, de rosados dedos, levantóse Telémaco para emprender el viaje...” pues ayudaba el sonsonete a establecer como una pausa en la narración, el público se relajaba, le daba un tiento a la copa de vino y recruzaba las piernas al otro lado para escuchar el siguiente poema. Era como un recurso del poeta en medio de una narración memorizada y no exenta a veces de improvisación. Aurora, que iba en carroza, en un digamos Mercedes, precedía a su hermano Helios, el Sol, montado en un pongamos BMW. Pasaba en su carroza de lado a lado hasta que se esfumaba por poniente. Tenía un hijo Helios, de nombre Faetón, que de adolescente y para alardear en el cole le pidió a su padre que le dejara conducir un día. ¡Hala tronko! ¡Enrróllate! ¡Déjame el buga! ¡Desde luego eres un carca arcaico, más carroza que tu cuádriga! ¡Patético eres! En fin, que al final le dejó las llaves y el otro derrapando en las curvas la terminó de liar. Subió tan alto que se enfriaron las cumbres de las montañas, luego intentó bajar y socarró media Africa, habitantes incluídos… En resumen, que los puntos que le quitaron por los que le tuvieron que poner tras estamparse en el Po. No había pruebas de alcoholemia entonces.

Y así, no bien hubo aparecido Aurora, de rosados dedos, nos pusimos en pie para acceder a las pistas de esquí antes que el grueso de esquiadores nos bloqueara la carretera. Llegamos a Astún sin más problemas y en media hora nos situamos en las laderas debajo de Truchas para hacer los talleres de nieve. La nieve caída el día anterior no facilitó la progresión, donde casi eran más útiles las raquetas que los crampones, pero no podíamos elegir. En alguna ladera inclinada y tras palear algo pudimos practicar la gestualidad del cramponaje subiendo, bajando y en flanqueo, si bien las sensaciones no fueron las mismas que si hubiera habido nieve dura. El piolet se negociaba un poco mejor, sobre todo en descenso, y en todas sus posiciones: bastón, puñal, tracción, ancla, escoba, barandilla. Los mismos surcos, ya convertidos en tobogán, sirvieron para las autodetenciones y aquí sí, se cogía velocidad y hubo tiempo y escenario para resolver las caídas en todas las posiciones, algunas de ellas reales, otras provocadas, con voltereta incluida, buenas reacciones para reequilibrar y cada vez mejores gestos técnicos, lo que en definitiva acaba dando un plus de confianza en el material a la hora de afrontar y asumir riesgo.

Tras practicar alguna reunión/rápel de fortuna con piolet hundido y seta de nieve, bajamos al restaurante de las pistas a comer el bocadillo a resguardo de un leve chispeo que comenzó al mediodía. Tras el almuerzo invertimos las últimas dos horas en las prácticas de DVA y rescate de víctimas de aludes antes de volver a Zaragoza.

Esto el domingo, porque el sábado fueron las prácticas en rocódromo, donde cundió el tiempo con un grupo de cursillistas que facilitaron tremendamente la labor. Pudimos practicar todos los talleres programados y aún ampliamos sobre la marcha algunas maniobras más. La cesta/reverso se vio en todas sus posibilidades, y así hubo prácticas de progresión en escalada con aseguramiento dinámico al primero, aseguramiento en estático al segundo, maniobra de autorrescate autoasegurado, rápel con autosegurado con reverso y machard, rápel con nudo dinámico e incluso nudo de fuga para bloquear un rápel sin autoseguro. No faltaron los talleres de reuniones con prácticas de triangulaciones a dos y tres puntos ecualizadas, semibloqueadas, bloqueadas…

Desde aquí nuestro agradecimiento a Indoorwall Jaca por el trato exquisito una vez más, decisivo para el desarrollo del curso: nos instalaron todos los dispositivos que les pedimos, nos cedieron en exclusiva dos paneles durante todo el día para los talleres, abrieron dos horas antes del horario normal para facilitarnos el chek in y poder tomar un café con tranquilidad antes de comenzar. El staff estuvo en todo momento atento a cualquier necesidad, cuidando de tener preparados los bocatas calentitos justo cuando iniciamos la pausa… Y todo con una sonrisa. Una maravilla. Similar al trato que nos dispensaron en el albergue de Villanúa donde cenamos y pernoctamos, y nos cedieron un aula para ajustar los crampones y chequear el material para el día siguiente en la nieve.

Y donde hubo cerveza y alondreo, por cortesía de algún/a alumn@ aventajad@, que trajeron sus neveritas llenas (estos barranquistas!!), y como no fuera suficiente, el cuarteto las Alondras levantó presto el vuelo para completar el suministro. ¡Así da gusto!

Mi agradecimiento a tod@s por colaborar con entusiasmo y a mis dos compañeros de monitoreo por su buen hacer.

Dejo algunas fotos del cursillo y alguna representación romántica de la diosa Eos, Aurora, la hija de la Mañana.