El club en el Pico Somola (Invernal)

A la cuarta y contra todo pronóstico pudo realizarse la primera salida de alpinismo invernal del año. No pudo ser al objetivo inicialmente planteado, pico Frondellas, por el elevado riesgo de aludes en la zona, pero se buscó una alternativa viable. Nos desplazamos hacia el Valle del Aragón para asaltar el pico Somola Bajo, 2574 mts.

Con madrugón y buen ánimo, algunos nos levantamos a las 4:00 de la mañana para salir de Zaragoza a las 5:00; otros subieron el día anterior para pernoctar en Villanúa y disfrutar un ratito más de las sábanas. A las 7:00 nos reunimos los diez valientes y, afortunadamente, pudimos subir en coches por la larga pista, con los permisos necesarios casi hasta el refugio de la Espata, a unos 1600 m, con lo que nos quitamos prácticamente 600 m de desnivel.

Antes de comenzar a equiparnos tomamos un café calentito y ligero desayuno. Comprobamos con gran sorpresa que estábamos a 15° de temperatura y que la nieve estaba ya húmeda a esas horas de la mañana. Afortunadamente se había previsto el mal estado de la nieve y llevábamos raquetas, todos menos yo.

Con lo que no contábamos era con que estuviera así a las 8:00 de la mañana, así que a los pocos metros de comenzar a andar, poco después de pasar el refugio de la Espata, hicimos una parada técnica para calzar las raquetas, que fueron necesarias durante todo el recorrido. Fuimos ascendiendo, lentos pero seguros, el que escribe con alguna metida de pata hasta la ingle, con varias paradas para reponer fuerzas hasta la última pala que nos acercaba ya a la cima. Allí, junto a una roca, dejamos abandonadas las raquetas, no por que ya no fueran necesarias, si no para calzarnos los crampones y coger los piolets para practicar un poco.

Buscando la máxima pendiente ascendimos hacia la cima haciendo zigzags, turnándonos con gran esfuerzo para abrir huella llegamos todos a la cima. Hasta las almas más sufridoras consiguieron con gran satisfacción el deseado objetivo: 5 h sin salirnos de la línea blanca como recordaba mi amigo Jesús. Tras los abrazos de satisfacción y pertinentes fotos almorzamos un poco y emprendimos la bajada a paso ligero en busca de las raquetas hundiéndonos hasta la rodilla en muchos pasos.

Con las raquetas ya calzadas, y no sin algún que otro tropiezo, incluso alguna raqueta rota, llegamos hasta los coches en un tiempo record de bajada de 2:20 h aproximadamente. Un magnífico día, que, a pesar del estado de la nieve, dejó un buen sabor de boca en todos nosotros.

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